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El nombre de Claudia Sheinbaum constará para siempre en los archivos como el de la primera mujer presidenta de México. La que rompió con 200 años de gobiernos de hombres.

México se incorpora apenas ahora a un listado de una docena de naciones latinoamericanas que son o ya han sido gobernadas por mujeres: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guyana, Haití, Honduras, Nicaragua y Panamá.

El país, de 129,5 millones de habitantes y la segunda mayor economía de América Latina, quebró el domingo un techo hasta ahora inexpugnable para las mujeres en unas elecciones en las que la oficialista ganó con amplia ventaja.

Las mexicanas, que son mayoría tanto en población como en votantes, fueron a las urnas por primera vez en 1955, dos años después de que se aprobara el sufragio femenino. Setenta años después, las dos aspirantes han tenido que enfrentar cuestionamientos a su capacidad de gobernar, solo por el hecho de ser mujeres.

Lo que ahora le espera a Sheinbaum es un territorio a gobernar con muchas cuentas pendientes con las mujeres. Las desapariciones y asesinatos son tantos cada año que se cuentan con números y ya no con nombres, la equidad laboral sigue lastrada por los roles de cuidados domésticos y la religión aún condiciona el acceso a derechos sexuales y reproductivos.

CUÁNTO LE COSTÓ A MÉXICO TENER UNA PRESIDENTA

Sheinbaum, delfín del mandatario saliente Andrés Manuel López Obrador, llegará al cargo sucediendo a decenas de líderes masculinos en la historia republicana de México. Antes de ella y de su rival opositora, Xóchitl Gálvez, hubo sólo dos candidatas que finalmente naufragaron en su salto al Palacio de Gobierno.

Aunque no ha habido ninguna en el Ejecutivo, hoy las mujeres ocupan la titularidad de instituciones clave del Estado, como el Congreso, el Senado, la Suprema Corte y el Instituto Nacional Electoral.

La paridad llegó al Congreso en 2018 y, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, México figura como el tercer país de la región con más mujeres en el gabinete de gobierno, con el 44%, detrás de Chile y Costa Rica. Hay, además, 10 gobernadoras en los 32 estados del país.

Esta realidad en el ámbito político dista mucho, no obstante, de la que viven las mexicanas de a pie.

UN PAÍS VIOLENTO PARA LAS MUJERES

Las marchas feministas de cada 8 de marzo y 25 de noviembre —por el Día de la Mujer y por el Día de la Erradicación de la Violencia de Género, respectivamente— llevan años recordándole al gobierno de turno que toda mujer asesinada o desaparecida ya es un exceso.

México tiene entre nueve y 10 víctimas de feminicidio al día, según ONU Mujeres —sumaron unas 3.000 en 2023— y cuenta por miles las desaparecidas. Son incluso las madres de ellas las que han tomado el protagonismo de su búsqueda ante lo que denuncian como la inacción del Estado.

La mayoría de los asesinatos de mujeres queda en la impunidad por las dificultades de acceder a la justicia. En contraste, el 41,8% de las que tienen 15 años o más admite que ha sido víctima de algún tipo de violencia al menos una vez en su vida, según el último reporte de noviembre de 2023 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Sheinbaum ofreció durante la campaña replicar medidas contra la violencia machista que implementó en la alcaldía de la capital, como la creación de la fiscalía antifeminicidios y la ley “El agresor sale de casa”, por la que son ellos quienes deben dejar la vivienda familiar en lugar de enviar a las mujeres e hijos víctimas a un refugio.

“Nunca más un ‘calladita te ves más bonita’, somos transformadoras, somos guerreras que abrimos brechas a otras mujeres”, proclamó en uno de sus pronunciamientos.

Sin embargo, Sheinbaum ha sido cuestionada por colectivos feministas por carecer de políticas públicas con enfoque de género cuando fue alcaldesa de Ciudad de México, por la fuerza con la que fueron disueltas manifestaciones de mujeres durante su gestión y, ahora además, por no tener una verdadera agenda de género en su programa de gobierno.

CLAUDIA SHEINBAUM REHÚYE AL ABORTO

El embarazo adolescente es otro de los dolorosos problemas irresueltos en el país. En el último reporte del INEGI de 2023, se registraba que en 2021 hubo 147.279 nacimientos en jóvenes de 15 a 19 años y 3.019 en niñas menores de 15 años.

Pero la presidenta ha evitado profundizar sobre este tema durante la campaña.

El aborto está despenalizado en 12 de los 32 estados y una resolución de la Suprema Corte allanó el camino para que lo esté en todo el territorio.

Sin embargo, en determinados estados el acceso a éste se vuelve un viacrucis por la presión de las familias, de la comunidad, con una marcada herencia católica, y de un sistema de salud que en la práctica no garantiza la interrupción del embarazo.

MENOS TRABAJO Y PEOR SALARIO PARA ELLAS

Fuera de las diferentes violencias que acechan a las mexicanas, la igualdad tampoco ha llegado al ámbito laboral. Si un 76% de los hombres tiene hoy un empleo en México, en contraste, ese porcentaje es solo de un 47% en el caso de las mujeres.

La informalidad, además, está más extendida para ellas —el 54% de las mujeres con trabajo— y siguen siendo las que más tiempo de su jornada dedican a tareas domésticas, con casi 43 horas semanales. Este factor limita el tiempo que pueden dedicarle al mercado laboral, según un reporte de principios de mayo del Instituto Mexicano para la Competitividad.

La educación y el acceso al transporte público —algunas lo evitan ante la inseguridad— son otros factores determinantes de su ingreso al mundo del trabajo.

En el mismo informe sobre brecha de género por estados en México, se recalca además que las mujeres tienden a ganar menos que los hombres y que, en la capital, esa diferencia puede ser de un 6% menos, mientras que en estados como Colima, en la costa del Pacífico, hasta de un 25%.

Así, la lista de cuentas pendientes en la agenda de mujeres es larga y el peso de revertir esa situación -o al menos, de empezar a hacerlo en seis años de mandato— recae a partir de ahora en una de ellas.