En la exposición retrospectiva “Marejada”, el destacado artista dominicano, residente en Europa, muestra su universo personal, su evolución constante y su compromiso con la exploración emocional y espiritual
Santo Domingo. Luis Muñoz, reconocido artista visual dominicano, con una trayectoria de 50 años marcados por su evolución constante y su compromiso con la exploración emocional y espiritual, presenta desde el 14 de noviembre su exposición “Marejada”, una retrospectiva que celebra su legado creativo.
La muestra se encuentra disponible al público en el segundo nivel del Museo de Arte Moderno de Santo Domingo y constituye una oportunidad para explorar el universo personal de uno de los artistas más versátiles de la República Dominicana.
“Marejada es más que una exposición”, afirma Lilian Carrasco, historiadora y crítico de arte de la Universidad de La Habana, “es un homenaje a medio siglo de pasión artística. En ella, el público podrá descubrir cómo Luis Muñoz ha logrado fusionar su pasión por el arte con su deseo de contribuir a la sociedad, destacándose no solo como artista, sino también como escritor, gestor cultural y filántropo”.
“La muestra reúne obras emblemáticas que reflejan su capacidad de ahondar en casi todas las manifestaciones artísticas, siempre con una mirada introspectiva y profundamente humana”, afirma Carrasco.
El título de la exposición, “Marejada”, evoca el mar como símbolo central en la vida y obra del artista. Para Muñoz, el mar no solo representa un refugio, sino también un espejo que refleja las complejidades de la vida misma, invitando al espectador a una experiencia introspectiva y transformadora.
El Museo de Arte Moderno de Santo Domingo viste sus mejores galas al acoger esta muestra, ofreciendo un recorrido que abarca diferentes etapas de la carrera de Muñoz. Con un enfoque curatorial que combina emoción, técnica y narrativa, el conjunto expositivo busca conectar con el público a través de una propuesta visual que celebra la riqueza de la creatividad dominicana.
Luis Muñoz, nacido en 1959, es un testimonio viviente de la evolución constante de un artista comprometido con su entorno y consigo mismo, en su universo personal, cada obra se convierte en una ventana hacia las profundidades del alma humana.
Lilian Carrasco invita al público a que “no pierdan la oportunidad de celebrar el arte y el legado de Luis Muñoz”.