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«Hoy el Amazonas llora, se está secando», lamenta el alcalde de Leticia, ciudad colombiana en la triple frontera con Perú y Brasil que sufre la sequía del caudaloso río, vital para su transporte y abastecimiento.

El gigantesco Amazonas, que nace en la cordillera de los Andes, serpentea en brazos separados a su paso por Colombia, dejando a Leticia solo un canal secundario que ha bajado su nivel al menos diez metros desde junio, informó el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).

El estiaje convirtió las riberas en paredes de barro inaccesibles para las embarcaciones que cada día deben descargar más lejos los alimentos, agua potable y combustible para la comunidad de casi 60.000 habitantes, unida con el poblado brasileño de Tabatinga.

El bajo caudal obligó a suspender clases en escuelas accesibles solo por vía fluvial y amenaza el sostenimiento de las comunidades que viven esencialmente de producir maíz, arroz, yuca y otros cultivos, advierte el líder indígena Crispín Angarita.

«Es el nivel más bajo en los últimos 50 años», estima el poblador, que denuncia además el drama de los enfermos para recibir atención médica.

Sudamérica registró este año una prolongada sequía asociada al fenómeno climático de El Niño, que ha ocasionado racionamientos de agua y energía hidráulica, así como incendios forestales históricos en varios países.

  • Alerta amarilla –

Las calles de Leticia albergan una vibrante economía que atrae a comerciantes de los tres países y a turistas de todo el mundo.

Frutas y vegetales de colores brillantes se ofrecen en puestos armados con parasoles a lo largo de sus veredas. Pero el comercio está siendo castigado por la sequía y el alcalde de la ciudad, Elquin Uní, señala que la canasta familiar se ha hecho más escasa y costosa.

Ante la emergencia, la alcaldía de Leticia decretó una «alerta amarilla» en julio, mes en el que el nivel bajó en promedio ocho centímetros diarios.

Septiembre es habitualmente el mes más seco en esa selva de triple frontera, pero 2024 presenta signos alarmantes, indica a la AFP el profesor Santiago Duque, del Instituto Amazónico de Investigaciones de la Universidad Nacional de Colombia.

«Llevamos dos años con sequías más fuertes y este tiene el agravante de que las lluvias de inicio de año fueron menores», dice el biólogo.

Fotografías del satélite Sentinel-2 de la Agencia Espacial Europea permiten ver el lecho del río a su paso por Leticia, con «islas» y playas de arena antes ocupadas por el agua, comenta Duque.

Los canales afluentes de la zona se han secado casi por completo y son cada vez más estrechos, constató la AFP mediante imágenes aéreas.

  • «Problema trinacional» –

«Percibimos una mayor sequía. Lo que antes era una corriente de 600 metros de ancho ahora no alcanza los 200; y de seis a diez metros de profundidad pasamos a tres», explica Santiago Duque.

Para el docente, la crisis del río Amazonas, que llega a Leticia tras rodear poblaciones de Brasil y Perú, es «un problema trinacional» que debe ser atendido con urgencia.

En Perú, el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología informó que el afluente se encuentra en «umbral hidrológico rojo».

Medios del país vecino reportaron que es posible caminar desde el poblado peruano de Santa Rosa hasta Leticia, usualmente separadas por un kilómetro de agua.

La sequía es provocada principalmente por la intensidad del fenómeno del Niño, explicó Duque. A esto se suman los efectos de la deforestación con fines de ganadería y agricultura.

«El cambio climático es apenas una de las aristas», aclara el experto, que resalta la importancia del bosque amazónico en la producción de la humedad que desata lluvias y alimenta ríos incluso en el sur del continente.

La Amazonía es considerada un pulmón de la Tierra, pues su espesa vegetación absorbe una parte importante de los gases de efecto invernadero generados por la actividad humana, y al mismo tiempo su abundante humedad regula las temperaturas globales cada vez mayores.

Pero la deforestación y el cambio climático amenazan con llevar a la región a un punto de no retorno que acercaría la selva a un estado de sabana.