Barcelona.- Los científicos que han participado en el proyecto internacional PlasticHeal, liderado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), han reclamado a las instituciones en una conferencia «más medidas» para proteger a la población del peligro que suponen para la salud los microplásticos y los nanoplásticos.
Durante cuatro años, un equipo de investigación liderado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), con participación de once instituciones europeas, ha llevado a cabo el proyecto PlasticHeal para investigar los riesgos que pueden tener los microplásticos y los nanoplásticos (MNPL) en la salud humana.
Los principales investigadores del proyecto han expuesto este martes en el Hub Social de Barcelona sus conclusiones en la conferencia titulada «El plástico en nuestro interior: revelando el impacto oculto de los micro y nanoplásticos».
La investigadora de la UAB Alba Hernández ha explicado que, desde el descubrimiento del plástico a finales del siglo XIX, este material «ha revolucionado nuestra vida cotidiana, por su versatilidad y durabilidad, y también su rendimiento económico, lo que ha hecho del plástico un producto indispensable en muchos sectores».
300 millones de toneladas de plástico
«Pero el plástico -ha advertido- también ha pasado a ser un problema porque el mal uso de este material ha creado contaminación, y cada año hay 300 millones de toneladas de plástico que se producen, la mayoría de ellas de un sólo uso, y si seguimos con esta tendencia, se estima que se doblará esta producción en los próximos veinte años».
«Puesto que sólo una pequeña parte del plástico es reciclable, acabamos teniendo millones de toneladas que acabarán contaminando nuestro medio ambiente, y esto sólo es la cara visible de los problemas que suponen los plásticos», ha señalado.
También hay las consecuencias invisibles, ha añadido, «que son los microplásticos y los nanoplásticos, que se producen durante los diversos usos de este material, también durante el reciclaje, y que acaban estando en todas partes, en la alimentación, en el agua y también en el aire que respiramos».
Por tanto, ha indicado Alba Hernández, «los seres humanos estamos expuestos a través de la ingesta e inhalación a estos nanoplásticos, y los que son de menos de un micrómetro, se pueden trasladar a través del sistema respiratorio y digestivo a la sangre».
Según esta misma investigadora, «una vez ya están en el torrente sanguíneo estamos expuestos a sus peligros, y si esta exposición dura toda la vida, sabemos ahora ya con certeza que están presentes en los órganos del cuerpo».
Medidas para proteger del peligro de los microplásticos
Ante este hecho, ha considerado, «tenemos que analizar si suponen un riesgo para nuestra salud, y creemos que es importante entender las consecuencias, porque los microplásticos y los nanoplásticos son uno de los factores medioambientales que pueden causarnos graves problemas, como por ejemplo, el cáncer».
Las consecuencias ya se pueden cuantificar, ha precisado, «puesto que de hecho ya está demostrado que casi el 20 % de las muertes que tienen lugar cada año están producidas por la contaminación».
En este contexto, hay que ser conscientes de este problema, ha pedido, «y contar con el empuje científico para conseguir políticas de regulación que permitan proteger a las personas, y las autoridades tienen que decidirlas».
«Necesitamos medidas que ayuden a proteger a la población y esto beneficiará a todos, porque tendremos un entorno medioambiental saludable», ha subrayado esta misma investigadora de la UAB.
Ha admitido que identificar los riesgos y las soluciones «no es nada fácil, porque para poder categorizar el riesgo hay que saber en primer lugar la cantidad de microplásticos y nanoplásticos que ya tenemos en nuestro cuerpo».
«No es suficiente -ha puntualizado- con realizar dos, cinco o diez estudios que analicen la exposición, sino que tenemos que acumular todos los conocimientos adquiridos para calcular el riesgo, y para ello nos hacen falta años de investigación».
Esto es así porque, según ha dicho, «necesitamos respuestas muy concretas, obtenidas mediante análisis en el laboratorio, con seres vivos, analizando la cantidad pero también los tipos de plástico».
Por si fuera poco, «tenemos retos de metodología porque debemos ser capaces de detectar las partículas de menos de un micrómetro, aunque por suerte, ya tenemos un equipo multidisciplinar de siete países de Europa y once instituciones científicas que ya trabajan en esto».
Un catálogo de microplásticos y nanoplásticos
«Hemos conseguido -ha aseverado Alba Hernández- tener un catálogo de microplásticos y nanoplásticos que podemos utilizar en el laboratorio, y ahora ya sabemos lo que ocurre cuando entran en contacto con una célula, así como también cómo se distribuyen y hemos identificado señales de alarma por algunas de las partículas analizadas».
De hecho, ha precisado, «sabemos que pueden producir cambios en el ADN, en el sistema digestivo, diversas inflamaciones, y otras alteraciones, como el cáncer».
Ha finalizado su intervención indicando que «ahora tenemos mejor tecnología y métodos, y hemos avanzado mucho, pero que aún nos falta ir más lejos para poder entender bien cuáles son los riesgos para la seguridad y la salud humana».