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Las gallinas también se ruborizan con las emociones, ha constatado un equipo de investigadores franceses, en un hallazgo que puede abrir nuevas pistas para estimar el bienestar de los animales.

Estas aves sienten «sonrojos más o menos importantes en función de su estado emocional», indica el Instituto francés para la Agricultura, la Alimentación y el Medioambiente (INRAE) en un comunicado este martes citando un estudio publicado en la revista Applied Animal Behaviour Science.

Gracias a un programa de imágenes y a 18 mil fotografías de seis gallinas de raza Sussex observadas en todo momento durante tres semanas, los investigadores del INRAE pudieron diferenciar matices de sonrojo en esta especie de gallináceas, cuya reputación es por su puesta de huevos.

En una granja de la valle de la Loira, en el centro de Francia, los científicos constataron que ante gusanos de harina, las gallinas se sonrojaban, pero que se volvían escarlatas durante la experiencia negativa de la captura.

Cuando estaban en reposo, su piel parecía mucho más clara.

Partiendo de esta base, los investigadores aislaron a 13 gallinas para acostumbrarlas a la presencia de un ser humano durante cinco semanas. Comparado con otras gallinas, los científicos observaron que el grupo sometido a la experimentación mostraba un aspecto más claro, lo que parecía «un estado más tranquilo» en presencia de la persona.

«Este indicio puede indicar una percepción más positiva de la presencia humana, comparado a las otras gallinas que no están acostumbradas al hombre, y puede constituir una nueva herramienta para evaluar el bienestar animal», afirma el INRAE en el comunicado.