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Disminución de talla, variaciones en el tiempo de migración y presencia de metales pesados en su organismo son algunos de los efectos nocivos del cambio climático y la contaminación en las aves migratorias de América, dijo Ernesto Ruelas Inzunza, investigador del Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada de la Universidad Veracruzana.Entrevistado en el contexto del 11 de mayo, Día Mundial de las Aves Migratorias, destacó que estas poblaciones juegan un papel central para mantener el equilibrio del entorno ambiental ya que promueven la polinización de plantas, la distribución de semillas y evitan la propagación de plagas que afectan la salud de los seres humanos.Dijo que las migratorias también tienen un valor cultural y recreativo porque las personas disfrutan de observar su migraciones, promueven el ecoturismo y la educación ambiental. Por ello, resaltó la importancia de realizar más investigación en su entorno e incentivar su cuidado y conservación.México, corredor de rapacesEn el continente americano, las aves que viajan de Estados Unidos y Canadá al Centro y al Sur de América, utilizan a México como un puente de tierra para realizar su travesía. Tamaulipas, Veracruz y Tabasco conforman el corredor más importante de rapaces del mundo, con 5 millones de ejemplares en tránsito, de al menos 20 especies diferentes.Ruelas Inzunza, con más de 35 años dedicado a estudiar la migración de aves en su paso por el centro de Veracruz, justo donde confluyen la Sierra Madre Oriental y la llanura costera del Golfo, señaló que por esta región pasan poblaciones de más de 250 especies.Ellas migran hacia el sur para evitar las condiciones invernales del norte, cuando disminuye la disponibilidad de alimentos y bajan las temperaturas. Se refugian desde la mitad de México hasta el sur de América, y hasta que mejoran las condiciones en el norte, regresan.El movimiento migratorio de norte a sur y de sur a norte se observa dos veces al año, durante el otoño y la primavera boreal.

Para estudiar su desplazamiento, los científicos han establecido puntos de observación en Veracruz, con una actividad fuerte en agosto, septiembre, octubre y noviembre, temporada de desplazamiento. Dedican entre nueve o diez horas a mirar su tránsito, realizan anillado de ejemplares y toman muestras de sangre y plumas.Destaca el trabajo de la organización Pronatura Veracruz, uno de los proyectos a largo plazo más importantes, tiene tres décadas de monitoreo poblacional de aves, y su gran contribución es un censo anual que permite saber si las poblaciones incrementan, declinan o se mantienen estables.Ruelas Inzunza, experto en Ecología, Evolución y Comportamiento por la Universidad de Missouri, Columbia, mencionó que, debido al cambio climático, las condiciones climáticas propias del otoño y el invierno están tardando en presentarse, e incluso hay regiones de Norteamérica, donde ya no representan condiciones imposibles para las aves y muchas han optando por migrar menores distancias o no migrar.Según el especialista, los pájaros inician su travesía en respuesta a la caída de las temperaturas, y hay variaciones de uno o dos grados que pueden mover las fechas de paso, por ejemplo en países de Europa, se han detectado cambios de entre dos o 10 días.El trabajo de investigación realizado por Yolotli Morales Góngora: Cambios a largo plazo en la fenología de la migración otoñal de aves rapaces en Veracruz, México, y asesorado por Ruelas Inzunza, abordó esta temática.Ella encontró que la migración se ha adelantado uno o dos días en algunas poblaciones, pero en otros casos no está claro el patrón.Otra cuestión interesante relacionada con el cambio climático son los cambios en la morfología de los pájaros. Expuso que en Veracruz han analizado poblaciones de gavilanes y halcones a los que toman medidas de sus alas, patas, cola, pico y peso.En este rubro, el científico resaltó el trabajo de Selene Anaís Martínez Cruz: Cambios en la morfometría de los gavilanes Accipiter striatus y A. cooperii relacionados con el cambio climático, en donde se concluyó que algunas especies de gavilanes registran una tendencia de pérdida de tamaño.Los datos de pájaros de 1997 hasta los de 2020 muestran cambios de talla de alrededor de 2 por ciento, y que hayan perdido tamaño en un lapso de menos de 30 años es algo significativo.Pérdida de hábitatsOtro factor que afecta a estas poblaciones es la pérdida de los ecosistemas que conforman el corredor migratorio. Veracruz y Tamaulipas tienen grandes extensiones de tierra dedicadas a usos agropecuarios, como la ganadería y el cultivo de caña de azúcar y arroz.Los hábitats que utilizaban para descanso y alimentación han disminuido. Ahora tienen mayores dificultades para continuar con sus procesos migratorios.Sobre la contaminación, el especialista citó a Meagan Lindsey Campbell, con Metales pesados en aves rapaces residentes y migratorias en Veracruz, México, a través de la cual analizó la presencia de metales en plumas y sangre de gavilanes.La investigación arrojó que las aves tenían plomo, mercurio, cadmio, aluminio, cobre, zinc en su cuerpo, donde los metales detectados en sangre indican una ingesta dietética reciente, mientras las concentraciones en plumas indican la incorporación de contaminantes durante la muda de sus plumas, en sus lugares de origen.Ruelas Inzunza aseguró que la observación de migratorias y diversos estudios como los citados han permitido entender los retos de carácter ecológico y evolutivo que enfrentan estas poblaciones, pero consideró que aún es necesario seguir estudiando diversas variables que interfieren en el proceso.Ojala la celebración del Día Internacional de las Aves Migratorias sirva para reconectarnos con el mundo en que vivimos. Estas fechas me parecen un maravilloso pretexto para que los niños, los jóvenes y los adultos nos involucremos más en su cuidado.