Como polillas alrededor de una llama, muchos científicos y poetas han supuesto desde hace mucho que los insectos voladores se ven atraídos simple e inexorablemente a las luces brillantes.
Pero eso no es exactamente lo que pasa, según un nuevo estudio
En lugar de ser atraídos por la luz, los investigadores piensan que las luces artificiales que se encienden por la noche podrían perturbar el sistema de navegación innato de los insectos voladores, haciéndolos revolotear en confusión alrededor de las lámparas, farolas y otras luces artificiales.
“Los insectos tienen un problema de navegación”, dijo Tyson Hedrick, biólogo de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, que no participó en el estudio. “Están acostumbrados a usar la luz como una pista para saber dónde es arriba”.
Los insectos no vuelan directamente hacia la fuente de luz, sino que en realidad “inclinan su parte superior hacia la luz”, afirmó Sam Fabian, entomólogo del Imperial College de Londres y coautor del estudio publicado este martes en la revista Nature Communications.
Esto tendría sentido si la fuente de luz más intensa estuviera en el cielo. Pero en presencia de luces artificiales, el resultado es una confusión en pleno vuelo, y no una atracción.
Para el estudio, los investigadores instalaron pequeños sensores en polillas y libélulas en un laboratorio para filmar videos de “captura de movimiento” del vuelo, como lo que hacen los cineastas cuando instalan sensores en el cuerpo de los actores para rastrear sus movimientos.
También utilizaron cámaras de alta resolución para filmar a los insectos que revoloteaban alrededor de las luces en un sitio de campo en Costa Rica.
Esto les permitió estudiar con detalle cómo las libélulas vuelan en círculos alrededor de fuentes de luz, colocando su parte superior hacia los rayos. También comentaron que algunos insectos se giraban hasta quedar boca arriba, y con frecuencia caían a tierra, en presencia de luces que alumbraban ligeramente hacia arriba, como los proyectores de luz.
El vuelo de los insectos se vio menos perturbado por las luces que alumbran directamente hacia abajo, descubrieron los investigadores.
“Durante millones de años, los insectos se orientaron mediante la percepción de que el cielo está iluminado y el suelo está oscuro”, hasta que los seres humanos inventaron las luces artificiales, dijo Avalon Owens, entomólogo de Harvard, que no participó en el estudio.